lunes, 15 de noviembre de 2010

La conferencia en español: Stefan Zweig.

 
“Constituye aquí una sensación el que un escritor extranjero hable en español, y, prodigio sobre prodigio, resulta que hablé bien”.
Stefan Zweig, carta desde Buenos Aires, 30 de Octubre de 1940.
           Hay dos edificios en Buenos Aires que de forma inevitable asocio con la breve pero intensa visita de Stefan Zweig a la Argentina, algo más de un año antes de que suicidara en Brasil. No tengo constancia alguna de que visitara ninguno de los dos y lo más probable es que nunca lo hiciera. Pero le resultó inevitable verlos aunque fuera en la distancia, puesto que eran los dos más altos de la ciudad en aquel momento. Lo que era decir, de toda Sudamérica.

lunes, 14 de junio de 2010

William Blake: El Industrioso y Británico Profeta de la Democracia


"Give me my Emanations back, food for my dying soul!
My daughters are harlots! my sons are accursed before me.
Enitharmon is my daughter: accursed with a fathers curse!
O! I have utterly been wasted! I have given my daughters to devils

William Blake (1757 – 1827)


       Hay un algo tan “decente” en William Blake, en el sentido más contemporáneo, urbano y costumbrista de la palabra, que llamarlo “ciudadano Blake” lo define mejor que aquella expresión que utilizó una vez Horacio Vázquez Rial: un “místico agnóstico”. Si de algo es modelo en primera instancia Blake es de una actitud: aquella de “si quieres escribir, hazlo en tus ratos libres, como hobby”. Aunque sea Dios mismo el que te dicta los textos y haga acompañar las revelaciones con imágenes precisas de esas visiones que luego vas a dibujar puntualmente y añadir a los poemas.

sábado, 22 de mayo de 2010

Cellini: en la mirada de Cosimo


“Había yo comenzado a escribir de mi propia mano esta mi Vida como puede verse en ciertas hojas reunidas; más considerando que perdía demasiado tiempo y pareciéndome una vanidad desmesurada, se me presentó un hijo de Miguel Goro (de la casa Vestri) de la Pieve en Groppine (diócesis de Arezzo), niño de catorce años de edad y de talante enfermizo. Comencé a hacer que escribiese y mientras yo trabajaba con mucha más asiduidad y hacía bastante más obra. Así pues, dejé al antedicho tal carga, la cual espero continuar tan adelante como alcance mi recuerdo”
Benvenuto Cellini (1500-1571). Vida.

             Se suele citar a Oscar Wilde a propósito de Cellini cuando dice que su autobiografía, su “Vida” contada por él mismo, es uno de los pocos libros que merece la pena leer. Pero se suele olvidar que no se publicó por primera vez hasta dos siglos después de que Benvenuto la escribiera. Del mismo modo que se suele asociar la obra de Cellini como artista con una escultura, el Perseo de Florencia, cuando  lo que no pretendió Cellini ser nunca fue un artista. O más exactamente, el artista era su padre y a él le interesaba más lo más concreto; léase, la pasta. Ganar dinero. Y se hizo joyero. O más exactamente, orfebre, una disciplina que incluye la joyería pero que se ramifica en todas las variantes imaginables del trabajo con los metales y que conoció un gran auge en la época en que vivió.

viernes, 2 de abril de 2010

Maimónides: Guía de los perplejos

"Pero, en mi opinión y la de todo hombre sensato, a tales teorías se le puede aplicar: "¿Queréis poder engañarle como se engaña a un hombre?" (Job13,9). Eso es pura mofa"
Maimónides, Guía de los Perplejos, Primera Parte, Capítulo 73.

        El problema fundamental para hablar de Maimónides hoy no es su falta, sino su exceso: sobre su ya de por sí extensa obra, se acumula además casi un milenio de comentarios, debates, biografías, hagiografías, estudios, comentarios críticos… No hay absolutamente nada nuevo que se pueda decir sobre él o a propósito de él que no se haya dicho ya y mucho mejor. Incluso, en contra de él. Además en todas las épocas, su obra “más filosófica”, “La Guía de los Perplejos” ha sido reivindicada por un selecto club de lectores entre los que nos recuerdan las enciclopedias a Tomás de Aquino, Spinoza, Newton o Einstein. Y es objeto de ediciones críticas y tesis doctorales que no dejan de recordarnos que, quien quiera que fuera aquel médico judío de la Edad Media, lo suyo era un asunto muy serio y de extraordinario, aunque minoritario, interés: el acceso al Conocimiento. Yo propongo leerlo como tal vez esté escrito ese libro, o como puede ser leído en uno de sus múltiples niveles: como un gran juego. Como un acertijo gigantesco lo suficientemente serio como para estar cargado de humor. El tema; los límites de la razón. O al menos, los del lenguaje. La conciencia.

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